viernes, 30 de abril de 2010

Algunas imagenes de Carlos

Lo que me puso Mariale en el mail cuando me mando estas fotos, creo que es la mejor manera de ilustrarlas: "Intenté buscar fotos que resumieran su ternura, inteligencia, sentido del humor.. pero no hay caso. Me quedo corta. Igual seleccioné algunas fotos."

  1952 Anuario Seminario

 2000 y algo ICAAC San Francisco

 2000 y algo Papi y su sentido del humor Safari Africano
1968 Casamiento Iglesia
1970 Papi Mami y Ceci

1991 enVersalles
2001 Papi y Ma Clara

2008 Con Diego recién nacido

Gracias Mariale por las fotos, Gracias por compartirlas.

Discurso Dr. Quadrelli 2010-03-17

Palabras pronunciadas por el Presidente de la Academia Nacional de Medicina del Uruguay en la inhumación de los restos del Académico Carlos Gómez Fossati.-

Con la desaparición física del Académico Carlos Gómez Fossati, la Academia Nacional de Medicina del Uruguay pierde a unos de sus integrantes que presentaba una de las historias profesionales médicas más brillantes.-

Ingresó a la Academia por el voto secreto de sus pares el 18/12/2004.

Su impecable trayectoria estudiantil y más aún su descollante carrera docente, dieron méritos más que suficientes para ocupar el cargo de Académico Titular. Junto a estos antecedentes que forjaron su estructura científica, la calidad ética y moral de Gómez Fossati, sellaron definitivamente su estatus de Académico.

Su presencia en los plenarios siempre significó una opinión ajustada y esclarecedora en todos los temas que se trataban.

Por su excelencia científica y su riguroso y equilibrado criterio, integró durante los cortos 5 años de Académico, los tribunales del “Gran Premio Nacional de Medicina” en 3 oportunidades y en igual número de casos el tribunal del “Premio El País”. Por iguales razones formó parte de la Comisión Calificadora Intersectorial Permanente, que tiene por objetivo el juzgamiento de los antecedentes científicos de los aspirantes a Académicos.

Recordamos su magnífica exposición en el plenario de Académicos sobre el Programa de Trasplante de Hígado, tarea que asumió con enorme entusiasmo y desinterés de todo tipo luego de su cese como Profesor Director de Clínica Quirúrgica. Tampoco olvidamos su ciclópea tarea encomendada por la Academia en la organización para conmemorar los 40 años del primer trasplante de riñón en el Uruguay, situación histórica que Gómez Fossati la vivió como uno de los actores en primera línea.

Hace apenas unos meses, la Academia lo nombró integrante del Comité de Ética de la Investigación, organismo llamado a desempeñar un importante rol en el campo de la investigación en seres humanos.

Nos conocimos con Carlos en el año 1955 cuando cursábamos 1er. Año de Preparatorio en el Colegio del Seminario. Desde entonces, la empatía se instaló; horas de estudio nos unieron más de una vez en aquel lejano tiempo. Luego, realizamos caminos distintos dentro de la Medicina.

Nos reencontramos primero en el barrio y luego en la Academia. Era el mismo Carlos de siempre: humilde y bueno. Trató a los demás con respeto y tolerancia. Enfrentó su enfermedad con la dignidad y entereza que siempre formaron parte de su persona.

Fue uno de los Grandes.

Que en paz descanse y para los que queremos creer en Dios, que lo reciba en su gloria.-

Discurso Dr. Crestanello 2010-03-17

Estamos Reunidos junto a Carlos Gómez Fossati.

Carlos, uno de esos seres que aparecen muy de tanto en tanto en las comunidades y que con su presencia, su pensamiento y su acción iluminan en forma particularmente destacada su tiempo y su entorno.



A lo largo de múltiples y muy diferentes contactos como familiares, amigos, compañeros, colegas, colaboradores, maestros, discípulos, pacientes o simplemente conocidos, construimos nuestra propia imagen de él, la coloreamos con innumerables anécdotas personales y le dimos el calor del afecto y el reconocimiento por todo lo que él nos aportó.
Todas ellas resaltan su inigualada calidad humana y profesional, su rectitud, su entrega, su perseverancia, su infatigable pasión por hacer bien las cosas, la profundidad de su pensamiento, la vastedad de su cultura, la actualización de su información, su inagotable interés y curiosidad por todo y su ritmo aparentemente lento pero constante y singularmente eficiente.


Y todos valoramos especialmente estas cualidades porque sabemos que eran auténticas, que las practicaba con profunda convicción, sin claudicaciones, con modestia, con bajo perfil y jamás buscando ventajas o beneficios para sí. Su presencia era una referencia  completamente natural para nuestras vidas.
Doy fe de ello porque durante 53 años compartiendo una misma carrera, una misma profesión y muchos ideales, fui privilegiado con su valiosa amistad.

Me he preguntado cómo interpretaría Carlos esta circunstancia.


Estoy seguro de que con la calma y profunda racionalidad con que encaraba las situaciones más adversas, nos señalaría el error de interpretarla desde las limitaciones de una perspectiva exclusivamente biológica. Que olvidamos que su cuerpo era mortal. Que por eso, su enfermedad que le llegó en forma insidiosa y la prolongada sucesión de complicaciones por cierto inesperadas que terminaron con su vida, nos sumen en el estupor, el desconcierto y la impotencia.


Desde nuestras convicciones filosóficas y religiosas limitadas y seguramente diferentes, todos intuimos que la admirable complejidad y riqueza de su espíritu no pueden haber desaparecido; que a partir de ahora seguramente habitan en alguno de los grandes lugares destinados a quienes como él vivieron su vida de manera ejemplar.


Lo que Carlos perdió es su cuerpo material, la herramienta inevitablemente efímera con que actuaba entre nosotros.


Si procedemos con sus mismos principios, autenticidad, convicción y entrega, entre todos le daremos un cuerpo que sustituya al que ha perdido. Y así podrá seguir obrando entre nosotros, señalando e iluminando nuestros caminos, y, en definitiva, haciendo que en lo que fue su entorno su después continúe siendo cada vez mejor que su antes. 


No estamos aquí entonces despidiendo al entrañable amigo desaparecido. Estamos junto al compañero en su tránsito hacia otra realidad no sometida a las limitaciones del cuerpo material mientras alcanzamos la calma necesaria para recordarlo y asumir el compromiso de continuar poniendo en práctica su mensaje.