José Luis Fossati Benenati (Pepe).
Escribe: Guillermo Fossati Benenati, con aportes de Raquel Fossati Tomé.
Otro hijo de Américo y Alicia...otro hermano. Nació el 21 de febrero de 1921. Hizo su primaria y secundaria en el Seminario y después de un fugaz pasaje por la arquitectura (que según decía su esposa Julia, medio en broma, abandonó porque no le gustaba llevar la tabla), cambió de orientación y se embarcó en el estudio de las Ciencias Económicas.
Como inicio de su "vocación" recuerdo su negocio en los carnavales. Compraba papelitos, serpentinas y pomitos de éter al por mayor, los fraccionaba en sobres pequeños y sentado ante una mesita, nos lo vendía. Era una vocación que se iniciaba. Nunca terminó su carrera –le faltaron 4 materias para recibirse de contador- pero se asoció con Juan Pedro Damiani (¡de Peñarol!), abrieron un estudio y prosperaron. El progreso llegó hasta abrir un banco, el Banco del Este y en Buenos Aires el Banco Río.
Parte de su vida se hacía en Buenos Aires y yo, que en aquella época también hacía algo de trabajo en esa ciudad, le veía, con su porte señorial, recorrer la calle Florida al mediodía. Repartía su tiempo entre Uruguay y Argentina, cosa habitual en quienes vivían en el mundo de los negocios. En muchos aspectos su personalidad me recordaba a mi padre: su manera de vestir, su porte al caminar, su placer de estar en familia (en su sillón preferido), en conversaciones en las que estuve presente muchas veces. Gustaba del buen comer -en familia y con amigos- y sus gustos seguían siendo "muy italianos".
Su hobby eran los caballos –tuvo un stud, “Las Delicias”- y era un asiduo concurrente a Maroñas, donde mantenía moderación y cultura (como su padre). En verano, cuando la familia veraneaba, tenía el hábito de almorzar en el Jockey Club, con algunos amigos e invitados. Yo concurría con frecuencia a esos almuerzos.
Escribe: Guillermo Fossati Benenati, con aportes de Raquel Fossati Tomé.
Otro hijo de Américo y Alicia...otro hermano. Nació el 21 de febrero de 1921. Hizo su primaria y secundaria en el Seminario y después de un fugaz pasaje por la arquitectura (que según decía su esposa Julia, medio en broma, abandonó porque no le gustaba llevar la tabla), cambió de orientación y se embarcó en el estudio de las Ciencias Económicas.
Como inicio de su "vocación" recuerdo su negocio en los carnavales. Compraba papelitos, serpentinas y pomitos de éter al por mayor, los fraccionaba en sobres pequeños y sentado ante una mesita, nos lo vendía. Era una vocación que se iniciaba. Nunca terminó su carrera –le faltaron 4 materias para recibirse de contador- pero se asoció con Juan Pedro Damiani (¡de Peñarol!), abrieron un estudio y prosperaron. El progreso llegó hasta abrir un banco, el Banco del Este y en Buenos Aires el Banco Río.
Parte de su vida se hacía en Buenos Aires y yo, que en aquella época también hacía algo de trabajo en esa ciudad, le veía, con su porte señorial, recorrer la calle Florida al mediodía. Repartía su tiempo entre Uruguay y Argentina, cosa habitual en quienes vivían en el mundo de los negocios. En muchos aspectos su personalidad me recordaba a mi padre: su manera de vestir, su porte al caminar, su placer de estar en familia (en su sillón preferido), en conversaciones en las que estuve presente muchas veces. Gustaba del buen comer -en familia y con amigos- y sus gustos seguían siendo "muy italianos".
Su hobby eran los caballos –tuvo un stud, “Las Delicias”- y era un asiduo concurrente a Maroñas, donde mantenía moderación y cultura (como su padre). En verano, cuando la familia veraneaba, tenía el hábito de almorzar en el Jockey Club, con algunos amigos e invitados. Yo concurría con frecuencia a esos almuerzos.
Se casó con Julia Elisa Tomé Errecart (foto) y tuvieron cinco hijos: Cristina, Raquel, Cecilia, José Luis y Daniel. Su hija mayor, Cristina, organizaba las comidas que su padre gustó hacer -durante toda su vida- con familia y amigos. Era una cocinera de primera, prácticamente una “chef” profesional.
Otra faceta de Pepe era su presencia y preocupación por todos los miembros de su familia. Sus visitas por afecto y de apoyo eran un ejemplo: visitas semanales a un hermano de nuestra madre que estaba pasando apreturas económicas, apoyo a los que le rodeaban y tenían problemas. En la enfermedad de nuestro hermano Carlos María su apoyo fue más allá de lo imaginable.
Voy a terminar con una anécdota más liviana: un dicho jocoso, en nuestra familia, era que todos los hermanos varones eran "doctores" pero él no, Sin embargo, sin el hermano "no doctor", muy difícil hubieran sido las cosas para los "con título".
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